Rosario / Agustina M.Picabea / 28 de junio

Yo quedé muy impresionada una vez que fui a una reunión donde un hombre contó una historia de la virgen de Garabandal.

Una reunión llena de gente, niños, grandes, viejas, matrimonios, adolescentes. Yo me fui al fondo porque apenas sé rezar y me habían prometido una experiencia religiosa, e imperdible por mi ya conocido ateísmo.

Se empezó a rezar el rosario y yo sentí la vergüenza de tener que cantar en público, pero, para el grupo era algo normal. El Ave María lo conozco así que no era tanto problema. Si bien yo soy católica, jamás había rezado un rosario porque nunca le hice caso a las penitencias del cura de las confesiones.
Luego del quinto Ave María ya estaba lista para cerrar lo ojos y disimular una siesta profunda. Es una letanía, esa monotonía era algo insoportable, tan insoportable que me sacaba hasta el sueño.

De todas formas empezaba a ver con admiración aquellas mujeres que rezan uno de estos por día, realmente una gran vocación mariana y cielo asegurado.
De repente, para mi sorpresa, se cortó el Ave María con otra oración y me costó dar el timonazo para que la mímica de mi recitado se pareciera al nuevo recitado.
Para no volver a pasar vergüenza, porque “no me sabía la letra”, empecé a contar con los dedos la cantidad de aves marías y cada cuanto se cortaba para rezar un padre nuestro o alguna otra frase. A esta altura ya tenía completa admiración por todos esos fieles.
Como el rezo venía para largo, decidí relajar y contar. Ahí la letanía se empezó a convertir en una onda vibratoria, constante, relajante y en el montón de voces, energética. Me pude montar a la oración en masa, empecé a ser una voz más, con mis tropiezos y todo.
En el rezo del rosario hay un conductor, que es como un director de orquesta muy experimentado, que marca el ritmo y de alguna forma allana el camino a los que, como yo no tenían rosario.

Por supuesto que ahí entendí y empecé a necesitar el objeto rosario que simplifica mecánicamente el orden de la oración, de esa forma, el espíritu manda y la cabeza no piensa.

Es comparable al tanteador del metegol, no hay que pensar en los goles, se corren las bolitas y ellas hacen ahí su trabajo. De ahí que el Rosario tiene también la función de Recordatorio. De hecho puede ser utilizado como collar, que significa “recordatorio”.

De esta forma el rezo del rosario se compone de una parte mecánica (el paso de las bolitas con los dedos), que se dividen en decenas y tiene la medalla y la cruz, que indican un principio y un fin y que se puede rezar a oscuras porque sólo el tacto es necesario.
También es mecánica la letanía, es esa repetición que permite llegar al estado de relajación mental como para acceder al estado espiritual.
Mientras se reza la oración, el creyente está meditando sobre los misterios.
De alguna forma ya estaba maravillada y esta religión me empezó a parecer de avanzada porque tenía su propia forma de meditación. Ese grupo estaba meditando. Era igual si se recitaba en hindú, tolteca o castellano, simplemente era una repetición de sonidos, con una vibración y un ritmo inalterables.
A partir de ese momento, se despertó mi interés por el rosario y empecé a llevarlo colgado al cuello para poder hacer mis propios mantras y tenerlo a disposición.

Creo que es casi inevitable, teniendo un collar con bolitas al cuello, lo suficientemente largo como para que quede también a la altura de la mano, pasar con los dedos de una bolita a otra. Pasar bolitas con los dedos es un ansiolítico muy eficaz. Y por otro lado, uno va agarrando destreza y darle la ronda entera en el menor tiempo posible pasó a ser mi objetivo.
Descubrí también que es unidireccional, se puede ir para adelante pero no se puede retroceder. Por lo que casi no acepta errores. Para corregir una oración hay que darle toda la vuelta y llegar al “origen-fin”, otra vez.

El rosario como objeto también tiene su importancia además de su representación original, representa el poder de quién lo ostenta. Los hay de semillas, de cristales y de oro, más cortos, más largos, con forma de pulsera y con forma de anillo. Por lo que también puede decirse que es un adorno, y una joya también.
Es un objeto de deseo para el cristiano, de alguna manera se le da la licencia para ostentar un valor material pero con función espiritual. Para las comuniones se regalan rosarios, que van a salir en la foto que se guarda toda la vida y cuanto más valioso es el rosario mejor. A los muertos también se les pone un rosario enlazado en las manos, ese objeto también representa, de alguna forma el último regalo al muerto.

El rosario era y es usado en casi toda las religiones paganas, es decir, se utiliza desde mucho antes de la creación del catolicismo.
Es una cadena o collar con 15 series de pequeñas bolitas y casa serie está marcada por una bola más grande. Los extremos de la cadena se juntan con una medalla con la imagen de maría y de ahí cuelga una cadena corta y al final un crucifijo.




El Islam tiene el Tasbih y se ora por los 99 nombres de Alá. Los adoradores de Shiva lo usan para repitir los 1008 nombre de su diosa. En el antiguo Egipto enterraban a los faraones con sus respectivos rosarios y en Mesopotamia los sacerdotes también lo usaban. Las mujeres romanas lo usaban no sólo de forma decorativa sino como recordatorio de oración en sus religiones.

Lo curioso es que ni Cristo ni los apóstoles enseñaron nunca a rezar con ningún instrumento, al contrario, condenaron el uso de “repeticiones” como medio de oración.


El porqué: la cadena de los mundos

Se dice en un texto religioso hindú: en mi todas las cosas están ensartadas como una hilera de perlas en un hilo. Es el simbolismo Sûtrâtmâ, el cordón plateado que encarna desde el principio hasta el fin un período de manifestación y ensarta en el mismo la perla de la existencia humana. Es la línea de energía que vincula el hombre personal inferior con el padre en el cielo por mediación de ego. Es el Atma (ser elevado) como un hilo que penetra y une entre sí todos los mundos.

Todos los símbolos que se presentan en forma de cadena (todos los que tienen como símbolo un eje) se refieren al Sûtrâtmâ. Es un símbolo que resume el conjunto de todos los estados, seres y mundos que confirman la manifestación universal, los cuales subsisten y están ligados entre si por el hilo que es su espíritu vivificador. Ese hilo es el que otorga vida.

Los números también tienen importancia en el rosario.
El MALA, que es el rosario budista tiene 108 cuentas de igual tamaño con las cuales nombran sus deidades. El 108 es múltiplo de 12 y de 9, que representan los 9 planetas en las 12 casas zodiacales. Múltiplo de 27 y 4 simboliza los 4 cuartos de la luna en cada una de las 27 mansiones lunares. Es un elemento fundamental para el recitado de mantras.

La cadena de los mundos se representa por una serie de esferas ensartadas al modo de perlas en un collar. Lo que importa destacar aún es que la cadena no puede ser recorrida en realidad sino en un solo sentido correspondiente a la dirección ascendente del eje. Esto es particularmente claro cuando se utiliza el simbolismo temporal, asimilando los mundos o estados de existencia a ciclos sucesivos, de tal manera que con relación a un estado cualquiera, los ciclos anteriores representan los estados inferiores y los ciclos posteriores los estadios superiores, lo que implica que su encadenamiento debe concebirse como irreversible.
La “cadena de los mundos” se figura generalmente en forma circular, pues, si cada mundo se considera como un ciclo y se simboliza como tal por una figura circular o esférica, la manifestación íntegra, que es el conjunto de todos los mundos, aparece en cierto modo, a su vez, como un “ciclo de ciclos”. Así, la cadena no solo podrá ser recorrida de modo continuo desde su origen hasta su fin, sino que podrá luego serlo de nuevo, y siempre en el mismo sentido, lo que corresponde, por otra parte, en el despliegue de la manifestación, a otro nivel que aquel en que se sitúa el simple paso de un mundo a otro, y, como ese recorrido puede proseguirse indefinidamente, la infinitud de la manifestación misma está expresada así de modo aún más sensible.
El punto de cierre no pertenece a la serie de los estados manifestados no es comparable a los otros puntos, pues ahí el origen y el fin se juntan y coinciden, o más bien son una misma cosa y se sitúan más allá de la manifestación, en el Principio mismo.

En las diversas formas tradicionales, el símbolo más corriente de la “cadena de los mundos” es el rosario.

Debe notarse también que, en realidad, el elemento más esencial es el hilo que une las cuentas; esto puede parecer inclusive harto evidente, pues no puede haber rosario si no hay ese hilo en el cual las cuentas vienen después a insertarse “como las perlas de un collar”. Si es necesario, empero, llamar la atención sobre ello, se debe a que, desde el punto de vista externo, se ven más bien las cuentas que el hilo; y esto mismo es muy significativo, puesto que las cuentas representan la manifestación confirma lo que decíamos antes acerca de la importancia primordial del hilo axial en el símbolo de la “cadena de los mundos”, pues de él, en suma, las cuentas de que aquélla se compone reciben secundariamente su designación, así como, podría decirse, los mundos no son realmente “mundos” sino en cuanto penetrados por el sûtrâtmâ, hilo de plata.

El rosario se nos presenta como la devoción por excelencia de la Iglesia latina. Santo Domingo ha extendido el Rosario y ha contribuido a darle su forma actual; su origen se remonta a las cruzadas: los cruzados han traído de Oriente rosarios musulmanes sobre los que han recitado el "Pater noster", de ahí el nombre de "Patenôtre" que se les dio al principio; después, se recitaban formulas en honor a la Virgen, en primer lugar "Ave María", después "Ave María gratia plena", y finalmente la fórmula entera a la cual se añadió la segunda parte de la salutación cuando su uso fue extendido por la Iglesia.
Finalmente se añadieron las "meditaciones" sobre los "misterios" de Cristo y de la Virgen.

Es una practica universal en tanto que oración "contada y ritmada": de Oriente a Occidente, siempre se han contado las oraciones y el ritmo constituye un elemento importante del rosario. En segundo lugar las formulas del rosario, si bien han podido variar, han sido siempre una "invocación" al "Padre" de los Cielos o a la Virgen "Madre": la invocación es el elemento esencial del rosario.
Finalmente, el rosario es un soporte de meditación: los misterios crísticos y mariales son los misterios mismos de nuestra existencia.


Ritmo

El ritmo es lo que le da al rosario su forma misma. Lejos de ser algo indiferente, esta forma ritmada muestra que el simbolismo de los números era conocido en la Edad Media y que lo han utilizado para hacer que se beneficiaran de su eficacia los practicantes.
Significado del ritmo: los números sobre los que está construido el rosario son 1, 2, 3, 5, 10, 15, 50, 150, 153. Estos números son "eficaces" y producen sus efectos sobre el sujeto que recita el rosario con la disposición conveniente.
Si es verdad que Dios ha creado todo con "peso, número y medida", resulta de ello, como lo pensaban los pitagóricos, que el número está en la base del mundo, sea material, sea espiritual. Es evidente que en el mundo espiritual, estos números representan "cualidades" y no "cantidades". Dicho de otra manera, lo mismo que en el mundo material los números son producidos por la unidad que contiene virtualmente todo número, y que estos números expresan aspectos de la unidad, así, en el mundo espiritual, los números son "cualidades" que reflejan y expresan las cualidades contenidas en la Unidad divina. No puede en efecto tratarse de cantidad puesto que estamos en el ámbito espiritual, sino más bien de "cualidad": los números transcendentes son asimilables a los "Nombres divinos" que representan "Cualidades divinas" y nos hacen inteligibles, de alguna manera, aspectos de la "Esencia divina" que, ella, está más allá de todo Nombre y de toda Cualidad.

Recitando el rosario de una manera ritmada, el creyente se pone afinado y en armonía con los números sagrados sobre los que se han construido el mundo material y el mundo espiritual; dicho de otra manera, recitando el número de una manera material por su oración misma, él se afina con la armonía del mundo material, con la del mundo sutil y con la del mundo espiritual. En armonía con el mundo material por la recitación ritmada, él percibe los efectos del ritmo en las modalidades sutiles de su individuo (elementos síquicos) y prepara su alma para recibir los efectos de los números sagrados.
El ritmo es como una conmoción del ser cuyos efectos actúan desde el ámbito material hasta el ámbito espiritual a través de los elementos sutiles o físicos del individuo.

El ritmo es una vibración que pone el alma en afinación con la vibración del universo; resonando el alma al ritmo de este último es entonces semejante al "caos primitivo" estremecido por la "Palabra" divina "Fiat lux": las vibraciones de esta "Palabra eterna" se hacen entonces sentir en el alma cuando esta ha puesto en afinación su "microcosmos" con el "macrocosmos" para finalmente ser reintegrada en el "metacosmos".

El ritmo prepara por lo tanto al alma a recibir la gracia por la afinación previa que opera entre ella y el mundo divino. Vemos aparecer aquí la importancia del elemento "físico" en la oración. El cuerpo no es el alma, pero formando parte del individuo, debe ser integrado en la actividad espiritual. Expresando el ritmo por sus palabras, el cuerpo será domado por él; las facultades serán a su vez como canalizadas y el ser integral podrá abrirse a los efectos de la gracia. Esta gracia es producida por la invocación de los Nombres divinos, pero antes que hablar de estos, recordemos la correspondencia que acabamos de establecer entre los Números y los Nombres divinos, ambos expresando "Cualidades" de la Esencia divina.

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